Hijos de la Tierra
Valle de los caballos
Author

(Auel, 2019, pp. 134-151)

7

Ayla se pasó el dorso de la mano por la frente sudorosa y sonrió a la potranca amarilla que le propinaba empujones con el hocico, tratando de metérselo bajo la mano.

—Yegüita, ¿cuánto grano tendré que recoger para ti? —preguntó Ayla por señas. La potranca, pequeña y de color del heno maduro, observaba atentamente los movimientos de la joven; aquello le recordaba a Ayla su niñez, cuando aprendió el lenguaje de señas del clan—. ¿Estás tratando de aprender a hablar? Bueno, a comprender por lo menos. Te sería difícil hablar con las manos, pero tengo la impresión de que te esfuerzas por entenderme de algún modo.

El habla de Ayla incorporaba unos pocos

(Auel, 2019, pp. 134-151)